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Cuando Descubres Tu Norte

  • Foto del escritor: Conectamos by Alicia
    Conectamos by Alicia
  • 13 may
  • 2 Min. de lectura

Desde pequeños nos preguntan qué queremos ser de grandes. Algunos responden con rapidez: astronauta, médico, bailarina, cantante. Otros simplemente encogen los hombros y siguen jugando. Y está bien. No todos nacemos sabiendo hacia dónde vamos. Pero hay quienes, desde edades muy tempranas, tienen un brillo distinto en la mirada. Una certeza inexplicable. Una voz interna que, sin gritar, les señala el camino.


Este blog es para esos niños… y para los adultos que caminan a su lado.


Cuando un niño muestra pasión por algo —por la música, el arte, la ciencia, el deporte— no es un simple pasatiempo. A veces, es una señal del camino que desea tomar. Es en ese momento, en ese punto exacto donde los sueños empiezan a tomar forma, cuando más necesita nuestro apoyo, nuestra fe, nuestra guía.


Apoyar un sueño no significa resolverle la vida. Significa estar presente, escuchar, acompañar en los días en que las dudas nublan el panorama, y celebrar cada pequeño avance como si fuera una gran victoria. Porque lo es.


Muchos padres, por miedo, por inseguridad o por desconocimiento, tienden a desestimar los sueños de sus hijos. “Eso no da dinero”, “búscate algo seguro”, “es muy difícil”. Pero, ¿y si ese sueño fuera la clave para una vida plena? ¿Y si en vez de limitar, motivamos?


El camino hacia lo que uno ama no es fácil. Estará lleno de retos, de puertas que se cierran, de madrugadas cansadas y de momentos de frustración. Pero también de alegría genuina, de aprendizaje, de encuentros que marcan para siempre, y de una satisfacción interior que nada ni nadie puede comprar.


No siempre sabremos cómo ayudar. Pero estar ahí, sin juzgar, con la disposición de aprender junto a ellos, ya es una forma de apoyo invaluable.


Reflexión Final


Apoyar los sueños de nuestros hijos no es solo un acto de amor, es un acto de fe. Porque cuando ellos descubren su norte, cuando lo tienen claro, lo único que necesitan es una mano que les diga: “Estoy contigo. Sigue. Yo creo en ti.”


Hoy es ese día. Ese en el que puedes mirar a tu hijo o hija y preguntarle: “¿Qué te hace feliz?” Y cuando te lo diga… acompáñalo. Porque tal vez en ese momento estés viendo nacer su destino.

 
 
 

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